Nochebuena



La nochebuena tiene para mi un montón de connotaciones asociadas a mi entorno familiar más íntimo. En casa de mis padres siempre ha sido la noche de cenar a la luz de las velas los cuatro que éramos (rara vez había algún invitado y, si lo había, las tradiciones seguían su curso como si nadie hubiera irrumpido en la escena decenas de veces repetida).




En el menú inexorablemente figura el bacalao con coliflor (de primero) y el pavo (en pepitoria o al horno) de segundo. De fondo musical o unos villancicos o algo de clásica... sobre todo en los últimos años. Al finalizar la cena, los regalos. Sí, ya sé que no es lo normal, pero es que en mi familia tenemos una extraña mezcla de costumbres gallegas, hispanas y germanas que se explican por la estancia de cuatro años de mis padres por tierra teutonas. En cualquier caso esta noche siempre ha sido especial y espero que siga así durante muchos años. ¡Ya vendrán años en que recuerde con tristeza tiempos mejores!




Por lo demás, desear a todo el mundo al menos 24 horas de paz y tranquilidad. Bicos a todos.

A pesar de todo la Navidad tiene cosas buenas

Hace apenas unos días expresaba en el blog de mi amiga Viguetana mi desagrado general sobre la Navidad. Hoy mi madre me ha pedido mi opinión sobre estas fiestas, y mi respuesta fué doble: por un lado me gusta el hecho de que la familia se reúna en torno a una mesa y un fuego a charlar, divertirse y olvidar por un rato las tensiones del mundo, me gusta cuando la familia se lleva bien y no hay recuerdos tristes ni razones para llorar; por otro lado odio todo lo que se añade a éste contenido básico o esencial, o sea, las compras de miles de objetos inútiles, las colas para hacer esas compras de compromiso, los locales atiborrados de gente aplastando gente ansiosa por celebrar y por gastar, la hipocresía de que todos hemos de ser mejores porque toca ser buenos, el consumismo enfermizo al que pretenden arrastrarnos... en fin, todo eso.
Hace un par de horas llegué a casa y en el buzón había dos cartas: una de una entidad bancaria y otra carta con toda la pinta de contener una postal navideña. En la segunda mi dirección aparecía autografiada con letra femenina y automáticamente supuse que sería una amiga que sigue insistiendo año tras año en mandarme una postal a pesar de que yo nunca respondo a la misma... y es que se ve que es menos vaga que yo para dedicarle tiempo a la escritura manual. Pero la sorpresa llegó cuando, al ver el remitente, me encuentro con mi primera postal blogger.
La única persona de este mundillo virtual que sabe mi dirección es un cielito, y como tal se ha comportado siempre conmigo... pero es que hoy ha llegado a un punto de no retorno en mi lista de gentuza a la que algún día elevaré a los altares que habitan mi cabeza. ¡Qué grande puede ser la blogosfera!
Su postal contenía una simple frase, un par de hojas amarillentas perfectamente pegadas por la remitente y su firma. El texto no podía ser más breve... ni más explícito:
"Que esta navidad sea como siempre has deseado"
Creo que ya he decidido que es la frase perfecta para quienes, como yo, odiamos la mayor parte de la parafernalia en que se ha convertido este cierre de año y, desde esta tribuna, quiero agradecer a mi amiga Vitruvia su hermoso detalle. Desde hoy tengo un motivo más a favor de la navidad gracias a ella. Hubiera querido escanear la postal, porque merece la pena, pero como estoy aún de ciber en ciber, me resulta imposible, así que os quedáis con las ganas.
Como ella es una bellísima persona quiero enviarle una postal virtual de agradecimiento, y para ello os dejo con tres imagenes de uno de los mejores fotógrafos de guerra y de sociedad (de "social", no de "ecos de sociedad"), Don McCullin, que actualmente tiene abierta una exposición en Madrid, concretamente en la Sala de exposiciones del Canal de Isabel II, y hasta el 27 de enero.
A quienes podais ir os la recomiendo porque creo que merece toda la pena del mundo ir. Por cierto, además de retratar la cruda realidad como pocos, es capaz de dotar de poesía a lo trágico, a la pobreza, a la enfermedad y a la miseria.

Esta sería una hermosa postal si no fuera porque no lo es.


En esta imagen hay más crítica que en muchos libros.

La locura y la pobreza se unen tras una mirada única.

Vitruvia, espero que te haya gustado alguna de las fotografías... o al menos la idea que hay detrás de ellas.

El teatro gallego y el futuro

Hacía años que no iba a ver una obra de teatro que no fuera la de mi antiguo grupo... y desde luego, si no fuera porque la actriz protagonista de la obra que acabo de ver fuera conocida por su actuación diaria en televisión, supongo que la sala no estaría tan llena. Por mi experiencia en teatro, y en ésta ciudad, sólo cuando viene un grupo madrileño de reconocido prestigio se llena el teatro Caixanova... y a veces ni con esas. Desde luego en los habituales montajes del institucional Centro Dramático Galego dudo mucho que se llegue a llenar el patio de butacas... y lo de hoy supongo que será una excepción, como he dicho.




La jóven actriz Sara Casasnovas, toda una promesa de la escena gallega.


Dejando de lado honrosas excepciones creo que los grupos habituales de la escena gallega siguen luchando por no desaparecer a base de subvenciones. No soy un experto, pero el dúo Ancora Produccións, los monstruos de Teatro Avento, o los salvajes de Chévere junto con el grupo que acabo de ver, Teatro do Noroeste, son algunos de los que mantienen el estandarte escénico en alto con mucho esfuerzo.

Del teatro a la televisión y ambas a la vez.

Brindo hoy por este último grupo porque, haciendo una obra que se supone nada fácil porque es una de las historias teatrales más conocidas, ha conseguido tocarme esa fibra interior. Romeo y Julieta está más que manida y sorprender al espectador es tarea poco menos que imposible. Ellos han conseguido que casi asome una lágrima a mis ojos y un grito desgarrador ha logrado erguir alguno de mis cabellos. Son jóvenes y tienen mucho camino por delante. Están bien dirigidos y tienen ganas de luchar, pero el futuro del teatro en esta tierra está muy jodido. Supongo que los que quieran progresar tendrán que hacer lo mismo que Sara, probar en tierras castellanas. A todos ellos y ellas deseo muchísima suerte, porque se la merecen. El teatro gallego en gallego debería tener algún lugar en el mundo.

Desde Sarria pero pensando en el mundo entero



Hoy, para salir de la rutina, estoy en un ciber y, evidentemente, puedo publicar. Se os echa muchísimo de menos, y resulta agradable darse un paseito por esta otra casa... tan mía como la que me acoge habitualmente, y tan vuestra como vosotros queráis.

Por lo demás, ni siquiera estoy en mi ciudad de Vigo.Me acoge la villa de Sarria (Lugo), que aún no he tenido el placer de catar pero, espero, veré mañana con la luz del día. El motivo de mi visita no es otro que un Curso de Derecho Medioambiental impartido por Carlos Belmonte Gracia, vicesecretario general del Ayuntamiento de Mejorada del Campo (Madrid), y organizado por la F.S.A.P. ( Federación de Servicios y Administraciones Públicas de CC.OO. ).

Llevo desde las cuatro de la tarde inmerso en expresiones como medio ambiente, Protocolo de Kyoto, contaminación, responsabilidad, competencias, infracciones, sanciones, prevención... y nombres como Agenda 21 Local, Cumbre de Río de Janeiro, Cumbre de Estocolomo... en fin, que tengo la cabeza henchida de ideas y sugerencias, conceptos y encuentros más o menos tenidos en cuenta, olvidados, tergiversados, desaprovechados y escamoteados en mayor o menor grado.


Vengo de oir hablar de contaminación fluvial, marina, luminosa, acústica, visual... y mi capacidad de concienciación y de crítica se afianza a cada minuto, pero en mi caso es fácil que esto suceda pues soy propenso a la concienciación y a la solidaridad. Mis ideas en muchos aspectos de la vida están solidamente cimentadas, y encuentros como el de esta tarde, que seguirá hasta el viernes a mediodía, prácticamente sólo sirven para reafirmarme en mis convicciones.
Ahora mismo lo que más me preocupa es ese maldito pensamiento que siempre que participo en un curso me acompaña:
"Veremos cúantos de los que aquí estamos vienen sólo por los puntos que el título les puede suponer para su futuro laboral y cuántos están aquí para aprender realmente y llevar a la práctica lo aquí aprendido."
Fotografías: Concello de Sarria (sacadas de su página web)