Mi calle: el día a día.


Una de las cosas que han cambiado en mi vida en los últimos meses ha sido el lugar donde vivo. He vuelto a vivir en el piso que compré siendo un soltero sin compromiso. He regresado al pisito que me sedujo cuando aún estaba en construcción...o reconstrucción... porque está en uno de esos edificios del barrio histórico de Vigo. 


Era uno de esos edificios que amenazaban con caerse sobre las cabezas de los viandantes y que tuvo la suerte de optar a una segunda vida, ocupado por familias nuevas, con vidas nuevas, con niños correteando escaleras abajo. Y yo me alegro de formar parte de esa nueva vida que amenaza con volver al "Casco Vello".


Eso me hace pensar en los motivos que me llevaron, hace ya 18 años, a decantarme por una vivienda en esa zona y no en otra cualquiera de mi amada y, a partes iguales, odiada ciudad. Supongo que fueron factores decisivos el hecho de ser un absoluto enamorado de la arquitectura en piedra, y en particular del centro urbano de Santiago de Compostela (donde me hubiera gustado vivir); de gustar de un estilo de vida relativamente bohemio y sustentable; de tener a escasos 100 metros uno de los principales nudos de transporte urbano; de trabajar a menos de 5 minutos andando; de tener los principales museos, auditorios, salas de exposiciones y centros culturales de la ciudad a poco más de 5 minutos a pie; de tener un precio razonable (aún no estaba en pleno apogeo la llamada burbuja inmobiliaria); de ser bonito, luminoso y acogedor; de no soportar el constante paso de vehículos a motor por delante de la puerta... y podría seguir un buen rato.

Día a día tengo muchas cosas en mi calle.

Tengo la satisfacción de ver el mar desde mi galería.

Tengo el placer de respirar aire salobre desde mis ventanas.
Tengo la suerte de pisar calles empedradas que han visto siglos de historia de mi ciudad.

Tengo vida nueva en mi viejo piso de soltero. 

Puedo considerarme afotunado por volver a vivir en el lugar del que probablemente nunca me quise marchar. 

¡Qué más puedo pedir!



8 comentarios:

Manuel Tintoré Maluquer dijo...

Volver al pasado con la experiencia recogida y almacenada a lo largo de los años tiene un no sé qué de mágico que nos hace valorar las cosas de una manera mucha más pausada; enhorabuena por ese regreso y a disfrutarlo al máximo.

Ramiro dijo...

Tu entrada me recordó una canción de Lone Star: http://www.youtube.com/watch?v=tSGfUzrsWLw, disfrútalo compañero

Irreverens dijo...

¡Qué buena pinta, todo!
:)
Ahora ya te tengo ubicado.

A disfrutarlo, meu.


bicos

Raquel dijo...

Pues se ve muy bonito todo eso.
Ahora es vivir en tu piso y tu lugar para disfrutarlo de una forma muy nueva. Así es la vida y lo que le vamos buscando entre sus bolsillos, ¿verdad?.
Un abrazo

banderas dijo...

Hola Manuel! Ya veo que has cambiado un poco pero sigues siendo el mismo...jejejeje!

Se nota que la sabiduría entra a base de años. Gracias por el comentario.

Un abrazo :-)

banderas dijo...

¡Vaya joya de canción, Ramiro! A ti también se te van notando los años... más que nada porque desconocía incluso la existencia de este grupo. No te lo tomes a mal... es cuestión de ignorancia mía, nada más.

Un abrazo, compañeiro :-)

banderas dijo...

Pues sí que me puedes tener ubicado... a poco que conozcas Vigo. Ya sabes dónde tienes una habitación para invitados!

Biquiños/Petonets ;-)

banderas dijo...

En efecto, Raquel, estoy volviendo a este piso de una forma absolutamente distinta que la primera vez. Es increíble lo que hace enfrentarse a la vida desde perspectivas nuevas!!

Biquiños ;-)