Un 28 de enero de 1908, hace justo ahora 100 años, nació en Coruña un hombre en cuyos ojos se podía ver reflejado el mar del fin del mundo. En vida no fue un pintor de renombre, como tantos otros, pero alcanzó en sus últimos años la categoría de mito viviente por su modus vivendi, más próximo a la bohemia maldita que al viejo maestro.
Para hablar de él se pueden usar palabras adornadas y barrocas (como las que usan en la Wikipedia y en la galería de la Colección Caixanova donde, por cierto, se pueden ver en un tamaño bastante decente algunas de sus obras) o palabras de andar por casa o por la taberna, como las que usan el pintor Antón Patiño y el polifacético Xurxo Souto en este vídeo en gallego (se entiende bastante bien).
De Urbano Lugrís se pueden contar muchas y muy interesantes historias, pues su vida se llenó de amistades sinceras (algunas malogradas por la guerra) como la del poeta Federico García Lorca y la del pintor Rafael Alberti (más tarde volcado en la poesía); de luchas y aventuras de uno y otro lado (como su embarco en las Misiones Pedagógicas, durante la República, en la creación de la Revista Atlántida entre los años 1954 y 1956, y en el yate Azor del Generalísimo Franco para pintar algunos camarotes); de tabernas coruñesas, santiaguesas y viguesas; de tertulias y cafés de postín... y de muerte en el antiguo hospital municipal de Vigo, donde sólo los más pobres acaban muriendo.
Sobre su obra se han dicho infinidad de cosas, ya que para gustos hay colores, y se la ha tachado de: surrealista, barroca, goticista, naif y decadente.
Su inspiración, aparte de la que evidentemente la mar le proporcionaba, brotaba de la mitología y de su rico imaginario personal, labrado en lecturas y trastiendas, en tascas y cafés.
Sus fuentes artísticas pasan por Francis Picabia, Max Ernst y René Magritte entre los modernos, y por Pieter Brueghel "El Viejo"o Jan Van Eyck entre los clásicos.
Entre sus pinturas animales fantásticos y mundos de leyenda: San Brandán y su mágica isla, Odiseo / Ulises y su agotador viaje, Hércules y su dilema... faros del fin del mundo, conchas imposibles, arquitecturas fantásticas.
Lo mejor, sin embargo, es acercarse a los museos donde hay expuesta obra suya, como el vigués Museo Municipal de Vigo "Quiñones de León", donde estos días podemos disfrutar de la exposición monográfica "Lugrís. Viaxe ao mundo de Ulyses Fyngal ", cuya inauguración se hizo coincidir con el día en que se celebraba el vigésimo quinto aniversario del fallecimiento del pintor, y que durará hasta el día 22 del mes que viene... o la que ha montado en A Coruña la Fundación Caixa Galicia "Urbano Lugrís, nos fondos da Colección Caixa Galicia" que permanecerá abierta hasta el 16 del mes que viene, y de la que aquí os podeis ir haciendo una idea.
En ella, además de los fondos propios del Museo expositor, se pueden encontrar otras procedentes del de Pontevedra, del de Bellas Artes de A Coruña, de las colecciónes de Caixagalicia, de la Universidad de Santiago de Compostela, de Puertas Mosquera, Carlos Vilas y de otros particulares.
A mi particularmente siempre me ha gustado su estilo fantástico de trazos dalinianos pero de clara inspiración atlántica. Si el catalán pintó los paisajes de Cadaqués y del Mediterráneo, el coruñés pintó la costa atlántica como nadie y, desde luego, de manera mucho más modesta.
He conocido gentes que le conocieron y que guardan recuerdos y anécdotas tiernas: lo conocí por medio de su autorretrato sin retrato; me saltó el corazón la primera vez que, subiendo las viejas escaleras de la librería Librouro, descubrí un mural inmenso a escasos centrímetos de mi rostro realizado en un estilo inimitable; admiré al personaje que se codeaba con la progresía intelectual viguesa de los años 60, como los Beiras, Patiño, Álvarez Blázquez ; me entristeció saber que en Santiago pagó la estancia en una pensión de la Rúa del Franco pintando un mural en el bar de la planta baja, y acabó por hundirme en la miseria saber que sus últimos años vigueses fueron los de un hombre sin un céntimo en el bolsillo pero siempre amable con quienes a él se acercaban reconociendo en su figura al viejo maestro curtido en mil batallas.
Sólo me resta sentarme una tarde en una esquina del Eligio, donde tantas veces pasó días enteros nuestro hombre, y bajarme unos cuantos mencías en compañía de cierto blogueiro catalán y cierta "prima" viguesa charlando y brindando en su memoria.
Como banda sonora os dejo un tema de Luar na Lubre cuya letra escribió un tal Federico y que forma parte de un disco cuya portada es absolutamente "lugrisina", como podeis apreciar.
Todos los cuadros de este post son de Urbano Lugrís, y han sido cogidos de Google imágenes.