Hace apenas unos días expresaba en el blog de mi amiga Viguetana mi desagrado general sobre la Navidad. Hoy mi madre me ha pedido mi opinión sobre estas fiestas, y mi respuesta fué doble: por un lado me gusta el hecho de que la familia se reúna en torno a una mesa y un fuego a charlar, divertirse y olvidar por un rato las tensiones del mundo, me gusta cuando la familia se lleva bien y no hay recuerdos tristes ni razones para llorar; por otro lado odio todo lo que se añade a éste contenido básico o esencial, o sea, las compras de miles de objetos inútiles, las colas para hacer esas compras de compromiso, los locales atiborrados de gente aplastando gente ansiosa por celebrar y por gastar, la hipocresía de que todos hemos de ser mejores porque toca ser buenos, el consumismo enfermizo al que pretenden arrastrarnos... en fin, todo eso.
Hace un par de horas llegué a casa y en el buzón había dos cartas: una de una entidad bancaria y otra carta con toda la pinta de contener una postal navideña. En la segunda mi dirección aparecía autografiada con letra femenina y automáticamente supuse que sería una amiga que sigue insistiendo año tras año en mandarme una postal a pesar de que yo nunca respondo a la misma... y es que se ve que es menos vaga que yo para dedicarle tiempo a la escritura manual. Pero la sorpresa llegó cuando, al ver el remitente, me encuentro con mi primera postal blogger.
La única persona de este mundillo virtual que sabe mi dirección es un cielito, y como tal se ha comportado siempre conmigo... pero es que hoy ha llegado a un punto de no retorno en mi lista de gentuza a la que algún día elevaré a los altares que habitan mi cabeza. ¡Qué grande puede ser la blogosfera!
Su postal contenía una simple frase, un par de hojas amarillentas perfectamente pegadas por la remitente y su firma. El texto no podía ser más breve... ni más explícito:
"Que esta navidad sea como siempre has deseado"
Creo que ya he decidido que es la frase perfecta para quienes, como yo, odiamos la mayor parte de la parafernalia en que se ha convertido este cierre de año y, desde esta tribuna, quiero agradecer a mi amiga Vitruvia su hermoso detalle. Desde hoy tengo un motivo más a favor de la navidad gracias a ella. Hubiera querido escanear la postal, porque merece la pena, pero como estoy aún de ciber en ciber, me resulta imposible, así que os quedáis con las ganas.
Como ella es una bellísima persona quiero enviarle una postal virtual de agradecimiento, y para ello os dejo con tres imagenes de uno de los mejores fotógrafos de guerra y de sociedad (de "social", no de "ecos de sociedad"), Don McCullin, que actualmente tiene abierta una exposición en Madrid, concretamente en la Sala de exposiciones del Canal de Isabel II, y hasta el 27 de enero.
A quienes podais ir os la recomiendo porque creo que merece toda la pena del mundo ir. Por cierto, además de retratar la cruda realidad como pocos, es capaz de dotar de poesía a lo trágico, a la pobreza, a la enfermedad y a la miseria.

Esta sería una hermosa postal si no fuera porque no lo es.

En esta imagen hay más crítica que en muchos libros.

La locura y la pobreza se unen tras una mirada única.
Vitruvia, espero que te haya gustado alguna de las fotografías... o al menos la idea que hay detrás de ellas.