El pasado mes de mayo ha sido un tanto atípico en lo que a mi participación en carreras populares se refiere. Aunque empecé el mes con un objetivo claro (hacer un tiempo mejor en la Media Maratón de Betanzos de final de mes del que había hecho en la Vig Bay de este año) poco a poco las buenas intenciones se diluyeron por diversas causas y así salió la cosa.
La última semana de abril y los primeros días de mayo estuve casi completamente parado por problemas intestinales. La segunda semana tenía una carrera de las que a priori se me dan peor y me gustan menos (distancias inferiores a los 10 kms.) aunque contaba con el aliciente de ser una prueba campo a través.
La Carrera de As Agüiñas en Porriño (muy cerca de Vigo) se me atragantó a partir de los primeros 400 metros porque todo el mundo salió como si la carrera fuera de 1500 metros cuando en realidad tenía casi 7 kms. , y con lo poco/nada que había entrenado las pulsaciones se me pusieron a 180 en nada. El recorrido no era feo, pero sí agotador por dos razones: un continuo sube y baja por un bosquecillo y una especie de parque forestal , y una superficie blanda de hierba y tierra polvorienta que absorvía la mayor parte de la pisada, quitándo impulso a todas y cada una de mis zancadas... y es que yo soy corredor de asfalto. En definitiva: de las cinco vueltas que había que dar al recorrido, en la tercera estuve a punto de mandar todo al carallo y plantarme; pero como soy más testarudo que una mula la terminé porque sí o porque sí.
Evidentemente el resultado fué más bien penoso: puesto 18 de mi categoría (éramos 25) y 33' 24'' de tiempo final, a una media de 5 minutos el km.
Dos semanas más tarde, el domingo 24, participé en una carrera en la que no tenía nada que perder ni ganar, ya que se suponía que era no competitiva y solidaria. El organizador de la misma, el atleta santiagués Pedro Nimo del Oro (segundo mejor tiempo español del año en Media Maratón y probablemente seleccionado para el próximo mundial de atletismo de Berlín tras su exitoso estreno en la distancia reina en Viena), había dejado claro que el objetivo de esta 3ª Carrera Popular Solidaria Polígono do Tambre era recaudar fondos para la Cocina económica de su ciudad natal y que correr era sólo una forma bonita de conseguirlo.
Evidentemente el planteamiento de la cita atlética pasaba por disfrutar lo máximo posible de la compañía haciendo un entrenamiento como el de cualquier otro domingo del año. De hecho, de las tres vueltas al recorrido (de unos 2 kms. cada una) las dos primeras fueron un paseo en la muy grata compañía de Flip y Safardatxo... dos foreros y amigos con ritmos ligeramente inferiores al mío actual.
Ella es una mujer con una fuerza de voluntad increíble, que le permite seguir corriendo aún cuando su propio traumatólogo se lo ha prohibido expresamente. He de hacer notar que es enfermera de profesión y que está de vuelta y media respecto de cualquier consejo médico que le puedan dar sus compañeros del ramo.
A él lo conozco menos, pero es un chaval encantador siempre dispuesto a echar una mano... o sacar una foto traicionera. Es broma, me lo pasé genial con ellos dos.
La tercera y última vuelta fue el momento de volar en solitario y ver de qué era capaz, y de hecho rebajé sustancialmente los tiempos invertidos durante el resto de la carrera. Si en los primeros seis kilómetros hice una media de 5' 35'' /km. en los dos últimos ésta fue de 4' 50''/km. Estos tiempos, sin ser ninguna maravilla, sirvieron para demostrar que poco a poco estaba cogiendo algo de forma.
Y para terminar el mes nada mejor que una Media Maratón mal preparada y con unas condiciones horripilantes, y por partida doble. Me explico:
- El día 31 de mayo la temperatura en Betanzos rondaba los 30 grados, con una humedad del 80% y para colmo el perfil de la carrera es de los más duros de Galicia en lo que a esta distancia se refiere (sólo comparable con la desaparecida Media Maratón de Coia y con la Media Maratón de Ferreirúa).
- Además, unos días antes de esta carrera me dediqué a transportar de forma absolutamente irresponsable unas pesadas cargas apoyándolas en un solo lado del cuerpo. Como consecuencia de esta tontería casi me da un ataque de lumbago (del que ya conozco, por desgracia, los síntomas). Menos mal que sólo dejé tocados para una temporada el psoas ilíaco y el aductor largo de la pierna derecha... vamos... perfecto para afrontar 21 kms. y algo.
Sin embargo, y a pesar de las presuntas dificultades, el resultado final fue muy satisfactorio. Si bien durante los primeros kilómetros (bueno, realmente desde los primeros metros) noté ciertas molestias en los famosos psoas ilíaco y aductor largo (músculos que podréis buscar aquí) a lo largo de los kilómetros las molestias fueron trasladándose a otros recovecos de mi anatomía. En particular las molestias fueron pasando del tibial anterior al gastronecmio (más conocido como gemelos)... músculos que podréis contemplar aquí.
El caso es que sin forzar mucho aguanté perfectamente hasta el kilómetro 11. Fue justo en una de esas cuestas que hacen famosa una carrera, cuando me di cuenta de que ya no sufría ni padecía dolor o molestia muscular alguna. Y no sólo eso; también me di cuenta de que iba mejor de pulmón y de corazón que el resto de mi grupo, así que empecé a remontar puestos kilómetro tras kilómetro y curva tras curva.
Desde ese kilómetro 11 hasta el 19 creo que no me adelantó más que un corredor, y luego ningún otro, así que puedo considerar que fue una carrera de menos a más con todas las de la ley. No es que haya hecho una gran marca pero, con todos los añadidos personales, climatológicos y físicos en contra, ya sólo el hecho de haberla acabado ha sido un gran éxito.
Ahora, en pleno mes de junio, tengo previstas otras tres carreritas: este domingo 14 una de 10 kms. en la pontevedresa villa de Cambados; el 21 otra media maratón, esta vez en Coruña capital; y el 23 la famosa Nocturna de San Xoan en mi propia ciudad, de unos 8 kms. Ya os contaré.