Hace no mucho publiqué una entrada en la que hablaba de un concurso de fotografía en el que cuatro fotógrafos proponían a los aspirantes a ganador cuatro retos distintos. En el caso de Eugenio Recuenco, fotógrafo de moda, la introducción de algo propio y personal en el entorno próximo era la idea que dejaba traslucir.

Como él es más un pintor de fotografías que un fotógrafo puro decidí que habría que elaborar mucho lo que fuera que decidiera hacer... sobre todo después de ver algunas de sus obras y buena parte de las que otros aspirantes iban colgando en la web del concurso.
Por mi cabeza pasó la idea de conseguir alguna modelo más o menos profesional, pero pensé que estaría fuera de mi alcance y, además, nunca he hecho ese tipo de fotografía de moda que se supone hace Recuenco. Luego pensé en pedir a alguna amiga que posara para mi (ni que decir tiene que la idea de un cuerpo femenino bien fotografiado me ponía los pelos como escarpias de la emoción) pero ni yo se lo pedí ni, probablemente, hubiera hecho mucha gracia en mi entorno más próximo. Léase aquí lo que se quiera.
Finalmente surgió la chispa que enciende el motor de mi imaginación. Me llevé una viola a un parque de mi ciudad donde hay un montón de graffiti. El contraste entre la clásica y serena belleza del instrumento y la agresiva estética del graffiti me atrajo de inmediato. Por desgracia no preparé antes el equipo y cuando apenas había hecho 6 o 7 tomas me quedé sin batería. Me dije que lo que tenía tendría que valer de alguna forma.

En casa tenía algún viejo material que podría servirme y, para acabar de rematarlo, unas flores y un ave salieron a mi encuentro (o algo así sucedió). El caso es que los resultados tienen más que ver con el reto propuesto de lo que yo inicialmente pensaba mientras "componía" las diversas imágenes. El resultado puede no ser todo lo bueno que un concurso de tal calibre necesita, pero creo haber conseguido ser diferente y a la vez acercarme al estilo del que se supone habría que impregnar las fotografías.