La semana pasada estaba buscando una melodía entre los miles de millones de vídeos que hay en YouTube y me encontré con una joven violonchelista que me encandiló. Luego descubrí que no sólo no era joven sino que ya está muerta y que, como era de suponer, en su juventud había sido considerada una de las mejores interpretes de dicho instrumento... hasta su prematura retirada (con tan solo 28 años) por culpa de una enfermedad que le impidió no sólo seguir tocando sino que, unos cuantos años después (con 42) acabó con ella.
Algo más tarde caí en la cuenta de que la historia que se narraba en su biografía me sonaba. Y es que había visto hacía ya tiempo atrás una película que narraba la desafortunada vida de Jacqueline Du Pré, su relación con su hermana Hilary, con su marido (el famoso pianista y director argentino-español-israelí-palestino Daniel Baremboin) y con la dolencia que acabó con lo que más amaba en la vida, tocar música, y con ello acabó también su vida. Por cierto, la actriz Emily Watson bordaba el papel protagónico y, de hecho, se llevó por el mismo un globo de oro y un Óscar.
Intermezzo de Goyescas de Enrique Granados
Intermezzo de Goyescas de Enrique Granados
No soy un experto en violonchelistas, aunque conozco los nombres de algunos de reconocido prestigio, como los españoles Pau Casals y Jordi Savall, el ruso Mstislav Rostropóvich, el letón-israelí Mischa Maisky, el chino Yo-Yo Ma. Sin embargo, de lo que he oído de todos ellos me quedo casi siempre con las versiones de Rostropóvich y de Maisky. Por Savall, tengo que reconocerlo, muestro una especial querencia debido a su predilección por la viola da gamba, instrumento cuya sonoridad resulta aún más próxima a mi espíritu que la del violochelo.
Cuando descubrí (o más bien reencontré) a Jackie Du Pré en mi camino quedé prendado de sus interpretaciones, de su dulzura y -luego profundicé algo más en el personaje- de su sentido del humor que todo lo contagiaba. De este humor os dejo un testimonio ejemplar, claro ejemplo de que los músicos clásicos no son tan serios como a priori podrían parecer, con cuatro grandes de la música clásica del siglo XX bromeando antes de un concierto: Jacqueline Du Pré, Itzhak Perlman, Zuhbin Mehta y Daniel Baremboin.