La tarde y noche anterior a la "maratona" (he decidido que a partir de anteayer mismo ya no voy a tener duda en cuanto al género aplicable a la distancia que esa palabra representa) la pasé con un buen grupo de amigos y amigas aficionados (en mayor o menor medida) a esta locura de las carreras populares. El ambiente distendido no evitó, sin embargo, que durante toda la noche mi sueño no pasara de una duermevela tensa que hizo que, incluso, me quedara dormido más tarde que mi nervioso compañero de "celda". La próxima vez le hago caso a un tal Mincha e incluyo un relativo "dopaje" para descansar en condiciones.
Sonó el despertador a la hora prevista (6:15 de la madrugada, hora portuguesa, una hora más en España) y procedí a ponerme algo de ropa decente para bajar a desayunar con los compañeros. En mi anterior experiencia maratoniana apenas había desayunado un par de tortas de maíz y una botella de bebida isotónica y, sinceramente, eso también tuvo que ver en mi bajo rendimiento de aquella ocasión. Ayer me dije que era mejor llevar algo de peso extra en el estómago, ya que tiempo habría para quemarlo de sobra. De esta forma tomé un bol con 5 cucharas soperas de muesli mezclado con un yogur, una rebanada de pan con dos lonchas de jamón cocido y una buena taza de café con leche.
Subimos a darnos una ducha, afeitarnos y vestirnos para la ocasión. Además del ritual normal en este tipo de ocasiones, la de ayer tenía el valor añadido de que la indumentaria que llevaría sería la del equipo de atletismo que tenemos en vías de legalización y registro.
- Calcetines comprados para la ocasión (pero probados ya tres o cuatro veces).
- Zapatillas compradas para la ocasión (pero con más de 250 kms. sobre sus suelas).
- Mallas y camiseta del C.A.R. Marisqueiro (ambas usadas al menos en una ocasión o dos).
- Vaselina en las zonas donde suelo tener rozaduras (ingles, axilas y pezones).
- Esparadrapo hipoalergénico para cubrir los pezones (recomendación de mi amigo Khene).
- Pulsómetro GPS con las baterías recargadas y comprobadas la mañana anterior (sin cinta de pulsómetro ya que me produce rozaduras bastante serias en la piel)
- Cortavientos y pantalón de chandal para el tiempo de espera entre la llegada a la zona de salida y la entrada en el "cajón".
- Cinturón de hidratación/alimentación (con dos barritas de cereales con chocolate, una bolsita con compota de manzana y plátano y dos botellas de isotónica de 150 ml.)
Además, en la bolsa que se deja para recoger después de la carrera:
- Gel para calentar los músculos tipo linimento.
- Botella de 1 litro con bebida isotónica para salir ya suficientemente hidratado (la acabé media hora antes de la salida).
- Dos camisetas para poner al llegar a meta ya que el frío suele pillarme rápido una vez que dejo de correr.
A las 7:45 nos recogía en el hotel un autobús que iría, junto con otro en el que iban los "gacelos" (etíope, keniatas, etc.), hasta la zona de salida escoltado por un par de motoristas de la policía local de Porto... todo un lujo reservado a estrellas mediáticas como nosotros... en fin, alguien entenderá este comentario.
Los componentes de la expedición (casi) al completo.
Llegamos a la zona de salida y enseguida vimos al Sr. Jorge Teixeira de Runporto.com (organizador de esta y otras 6 carreras que se celebran desde hace unos años en Oporto: Corrida Día do Pai, Meia Maratona, San Silvestre, Corrida do Homem e da Muller, Corrida da Mulher, Corrida das Festas da Cidade de Porto, Corrida caminhada pelo Ambiente) como pez en el agua, coordinando a los voluntarios y profesionales de los más diversos aspectos que hay que tener en cuenta a la hora de organizar una competición de esta magnitud, y con toda una tranquilidad aparente que me dejó anonadado. Abusando de la confianza para estirar como es debido.
Mientras pasaban los minutos los nervios iban aumentando (sobre todo porque había recogido el dorsal a un par de personas que no acababan de aparecer) y me fui a hacer cola a los baños (experiencia que no tengo el menor interés en repetir... prefiero una esquina o un árbol cualquiera). De repente veo la hora y me doy cuenta de que aún no me he dado la crema para los músculos ni he entregado la bolsa con la ropa para la vuelta. Allá me voy a toda velocidad y, con los nervios y las prisas me olvido de sacar el cinturón de hidratación. Menos mal que había dejado la bolsa próxima al borde del camión y la localizaron rapidamente.
Plano del recorrido hecho con el Garmin GStart de mi pulsómetro con GPS Cuando volví al lugar donde estaban mis compañeros ellos ya habían volado hacia el cajón de salida, así que allá me fui entre prisas y juramentos varios. Una vez dentro me adelanté hasta la mitad del grupo de maratonianos y estiré algunos músculos que aún no había tocado e intenté localizar al resto del equipo. Lo conseguí con la mirada, pero en cuando dieron la salida fue del todo imposible alcanzarlos, así que enfilé el primer kilómetro con su impresionante cuesta con relativa tranquilidad, ya que la masa de gente corriendo tampoco permitía muchos lujos. Al cabo de un par de minutos me pasa como una flecha un compañero del foro (MKM) luciendo camiseta de otro foro distinto (ya veo que lo suyo son los foros de atletismo). ¡Caramba cómo va la gente!
Yo sigo a mi bola cuando me pasa el compañero Mincha acordándose de la hora en que se le ocurrió anotarse a la Family Race para, finalmente, tirar del grupo grande del equipo hasta el km. 10. "¡¡Más de un kilómetro para pillarte a ti!!" me dice. No le queda nada hasta alcanzar a los que van en cabeza. ¡¡Animalito!!
Durante los primeros 8 kilómetros me resultó difícil, por no decir imposible, controlar el ritmo de carrera. Las razones, muy sencillas: por una lado, al salir juntos tanto los de la maratona como los de la family race (una carrera más corta, de tan sólo 14 kilómetros) resulta casi imposible no dejarse llevar por el ritmo de la mayoría de la gente; por otra parte, el recorrido es mayoritariamente en ligero descenso, y eso anima al más pintado. El peligro es que si vas más rápido te pasas de vueltas pronto, pero si te pasa mucha gente te da la sensación de que vas demasiado despacio. No sé, es complicado regular la velocidad cuando uno va solo... y eso que llevaba mi pulsómetro dándome a cada momento el ritmo de carrera.
En torno al kilómetro 9 vi delante mía a un hombre de unos cincuenta largos con una camiseta a modo de bandera española con unas palabras que venían a decir algo así como "Equipo español de maratonianos". Al llegar a su altura le pregunté, ni corto ni perezoso, que a por cuánto iba. Me dijo que a 3 horas 45 minutos y vi el cielo abierto, pues ese era mi objetivo. Así se lo comenté y seguí un rato con él, pero al poco me dice que yo voy algo más rápido y que me vaya... pero al cabo de un kilómetro escaso volvemos a encontrarnos y ya no lo solté hasta el kilómetro 31 y pico. Bueno, a él y a un grupo de 4 corredores más, todos de Pontevedra capital que tenían en un tal Julio el hombre a seguir... el marcador de ritmos. No sé cuántos maratones habría en aquellas 10 piernas, pero mi primer compañero confesó haber hecho ya 12 maratones (13 con el que estabamos haciendo). Formamos un grupo charlatán y bastante alegre que pasaba de vez en cuando a otros corredores y que también era rebasado de tarde en tarde. Los kilómetros iban pasando y mi vejiga daba muestras de dolor, así que comuniqué que me paraba (más o menos en la zona de bodegas de la orilla izquiera).
Cuando volví al adoquín (en esa sección no había asfalto por ninguna parte) me dije que merecía la pena intentar volver a enganchar con el grupo de referencia, así que durante casi otros 2 kilómetros me di un poco de caña (4' 48''/km y 4'56''/km) para alcanzarlos finalmente poco antes de la media maratón, que hice en un tiempo de 1 hora y 48 minutos aproximadamente.
Por el camino me crucé con casi todos los conocidos del foro correrengalicia.org, unos con más fuerza (Yosi y Beauvais, que hicieron unos tiempazos), otros dentro de lo esperado (Aguita y Jeff) y otros quejándose de su estado (Canido) y a todos procuré, como suelo hacer en todas y cada una de las carreras a las que voy, darles ánimo... aunque a esas alturas de una carrera no siempre están los sentidos para saludos.
En fin, mantuve el ritmo entre 5'03'' /km y 5'20''/km hasta el kilómetro 31 con la ayuda del famoso grupito de Pontevedra al que me enganché. Por cierto, gracias a ellos pude sentirme más protagonista de lo normal porque un grupo de españoles que esperaba el paso de la maratona en el puente de Dom Luís I y alrededores eran acompañantes suyos... uno incluso se paró para abrazar a (supongo) su compañera... mujer... en fin, lo que sea.
A partir del kilometro 30 el grupo comenzó a disgregarse. Recuerdo que uno de ellos había dicho algunos kilómetros antes una frase para recordar en cada maratona: "Si en el kilómetro 10 estás bien, sigue. Si en el kilómetro 20 estás bien, sigue. Si en el kilómetro 30 estás bien, empieza a correr". Pues en efecto, ni corto ni perezoso el mismo que había dicho esa frase dijo que se iba hacia adelante a ver si alcanzaba a otro de Pontevedra que llevaba como objetivo algo menos de 3 horas 30 minutos. Y dicho y hecho, en un plis plas paso de ir a 5'15''/km a 4'45''/km... y sin despeinarse el tío. Otro compañero me invitó a que siguiera al escapado, pero mi cabeza me dijo que aún no era el momento y seguí con el grupo.
En el kilómetro 31 el más joven del grupo (aparte de mi, claro) empezó a tener ciertos problemas de cansancio y el que marcaba tan bien el ritmo se descolgó de nosotros para acompañarle... un gesto que le honra, pues iba sobrado de fuerza. Así que nos quedamos mi primer compañero y yo... bueno, y un portugués de Lisboa que se había enganchado a nuestro grupo un par de kilómetros antes.
Seguimos de charla los tres que quedabamos. Llegamos al tunel que hay junto al puente e Dom Luis I y al pasar al otro lado compruebo que nos habíamos quedado solos el lisboeta y yo, mientras mi compañero pontevedrés se había descolgado unos 50 o 60 metros. En fin... el grupo estaba roto y sólo me quedaba seguir aguantando el ritmo que ahora marcaba mi compañero y al mismo tiempo rival portugués. Seguimos charlando, pero cada vez menos, ya que los ritmos pasaron a ser algo más rápidos. El objetivo a alcanzar ya estaba asegurado, salvo reventón de última hora, así que intenté amarrarme a esa tabla de 5'/km hasta el 40. En ese punto, como dijo mi camarada lusitano, se disparan las alarmas y se acaba la fiesta. Del 33 al 40 hicimos: 5'01'', 5' 08'', 4' 59'', 5'01'', 5'01'', 5' 04'', 5' 05'', 5' 00''. Estos ritmos hicieron que adelantáramos a gran cantidad de gente que había medido mal sus fuerzas o que notaban problemas musculares por la cantidad de tiempo trabajado, como el compañero Cacho, que aún tuvo fuerzas para darme ánimos cuando quien más los necesitaba era él. ¡¡Pobre, cómo le vi sufrir!!
El mar, a nuestra izquierda, rompía olas de cuatro metros contra las rocas próximas a la costa sin que apenas hubiera viento, lo que me hizo pensar en lo poderosa que es la mar de fondo, que no precisa de viento para remover conciencias. Esa idea de poder, de fuerza de la naturaleza, se hizo una constante en mi pensamiento, centrado ya en afrontar la última cuesta y acabar la carrera lo mejor posible. La mañana había estado lluviosa (creo que de los 42 kms no paró de llover más allá de un par de ellos a lo sumo) pero sin frio, y me acordé de dos de los tres largos más largos que hice en mi entrenamiento: la Pontevedra-Vigo y el último de 20 kilómetros, el domingo anterior, en condiciones incluso más adversas que las que estaba viviendo. Sentía la humedad sobre el cuerpo y la ausencia de molestias, pero también notaba que había bebido y comido de más (el miedo al tío del mazo que vino a por mi en Barcelona me hizo beber y comer más de lo necesario) así que no volví a "repostar" hasta pasado el 40... justo antes de empezar la subida.
Llega la subida, de apenas 500 metros, y el ritmo baja por momentos a 5'15''/km., pero al final nos cargamos el 41 en 4'57'', y yo notaba que las piernas, el corazón y los pulmones aún tenían margen de maniobra. A lo lejos ya se ven los hinchables y me pregunto si habrá trampa, como en la Vig-Bay, en la cual me paré en el primer hinchable que vi y aún quedaban más de 100 metros para la meta. Acelero un poco el ritmo y mi compañero portugués se mantiene casi a la par. De repente veo a Montxo, de Porriño, que ha venido a apoyar a Irdam y me dice algo así como "Neno ¿pero xa estás aquí? Vas como unha bala. ¡¡Dalle duro!!" y me saca una fotografía con el móvil que lo dice todo de mi alegría por la mejora de marca que aún no había conseguido pero sabía que estaba a la vuelta de la esquina... nunca mejor dicho.
Lo dicho: la satisfacción del trabajo bien hecho.
A mi izquierda (de verde) mi compañero lisboeta. Sigo corriendo ya casi en un sprint, y veo a Mincha, que también me dice que estoy como una moto y que me recuerda que aún quedan 200 metros, le digo que sí, que en efecto estoy pasado de vueltas y empiezo a dar todo lo que me quedaba. No es mucho un sprint de 200 metros, pero después de casi 42 kilómetros puede hacerse interminable. Alargo la zancada y paso el segundo hinchable. Me saludan las chicas (Pili, Yoli, Ana) y la sonrisa borra el sufrimiento.
Estoy en la gloria y cuando giro hacia la izquierda, donde está LinkinPark con su pierna rota, me acuerdo de lo que nos decía cuando nos quejabamos de nuestras molestias: "Por lo menos vosotros podeis correr"... y eso hago. Corro hacia un reloj que marca mucho menos de lo esperado. Veo cómo avanzan los últimos segundos del minuto 35 (las 3 horas no me las quitaba nadie, claro) e intento desesperadamente llegar antes del cambio pero no fué posible. Tiempo bruto 3 horas, 36 minutos, 3 segundos. Tiempo neto 3 horas, 35 minutos, 43 segundos. Nueva marca. Bueno, segunda marca. Creo que va a ser dificil mejorar este tiempo. Medalla. Manzana, isotónica que me había sobrado, agua, charla con Beauvais (que esperaba turno para el fisio), estiramientos y de repente. ¡¡Dios mio!! ¿Ahi sirven cañas? No me lo puedo creer. Espero mi turno y ¡vaya hombre, se acabó el barril! Espero a que pinchen otro y mi turno... una cañita... ¡qué bueno! ¡lástima que el día no acompañe!
Perfil de la carrera (verde) obtenido mi pulsómetro con GPS y velocidad (azul) de carrera en Km/h.Saludo a mi compañero portugués, José Oliveira, del G D UNIDOS CAXIENSES, que ha hecho 8 segundos más que yo. Me felicita y yo le correspondo agradeciéndole el buen ritmo que me ha ayudado a mantener. Luego me encuentro con mi otro gran apoyo, el pontevedrés Fernando Lafuente, que hizo 3 horas 40' 32''. Con él hubiera llegado más de acuerdo con mis espectativas, pero me encontré con la ocasión y la aproveché.
El careto que se me quedó el resto del día: la felicidad. Empieza a cogerme el frio y decido salir de la zona de meta e ir a reunirme con mis amigos del C.A.R. Marisqueiro, con los cuales he compartido tantos largos dominicales y tantos buenos momentos. Hay mucho que celebrar:
- Haber bajado 22 minutos respecto a Barcelona.
- Haber llegado entero y con fuerza.
- Haber evitado las lesiones y las molestias durante la carrera.
- Estar más cerca de las 3 horas y media.
- Estar vivo y como una moto (de hecho aún lo estoy).
El equipo a su regreso triunfal al hotel de "concentración"Y ahora a comer como dios manda.