Lecturas de verano (Tomo III)


Cuando uno se enfrenta a un título como éste ya sabe qué es lo que va a encontrar... y es que el verano está lleno de estos momentos intranscendentes en que lo que a uno le apetece es echarse unas sanas risas mientras su cuerpo se dora sobre una tumbona al borde de la piscina o una toalla arrimada al mar. Si sois aficionados a los monólogos que tan de moda se han puesto en nuestro país aquí tenéis a uno de los mejores. Este paisano (de La Coruña, pero paisano al fin y a la postre) tiene el don de hacer que la más nimia de las cosas que nos rodean en la vida diaria ("los eventos consuetudiarios que acontecen en la rúa", según versión ampulosa de don Antonio Machado en su "Juan de Mairena") cobre vida y significado nuevos. Por algo le llamaban el rey de las cosas pequeñas y así se nos presenta en su página web. Y es que tanto en sus monólogos como en sus libros o en su blog este chaval se nos presenta como un más que aventajado alumno en el campo de las greguerías que Don Ramón Gómez de la Serna elevó a categoría de arte. No esperéis encontraros en esta obra nada más y nada menos que un buen fajo de risas y sonrisas agazapados entre sus páginas. ¿Qué mas se le puede pedir?




Parte de este monólogo da origen al libro. No os lo perdáis.

  • Maldito Karma (David Safier)

    Esta novela de autor alemán es la demostración palpable de que ser alemán no es indicativo de seriedad y aburrimiento. La imaginación un tanto surrealista del autor (en momentos determinados recuerda las historias imposibles del autor de “El barón rampante”, “El Vizconde Demediado” o “El caballero inexistente”) demuestra que ha leído mucho para, al menos, ejercer su profesión de guionista de series de televisión a la perfección. Otra prueba de ello es que bebe de las mismas fuentes que otro ilustre escritor mediático (el toque irónico y moral podría haber salido de la pluma del autor de “Charlie y la fábrica de chocolate”, "Matilda" o la absolutamente delirante “Mi tío Oswald”). Evidentemente no estoy hablando, en ningún caso, de lo que se ha venido en llamar “gran literatura”, sino más bien de novelas de usar y tirar que tienen el suficiente gracejo y originalidad para llamar la atención durante una temporada… dos a lo sumo… y para eso cambiando de país y de lengua previa visita del autor, firma de autógrafos y paseo publicitario por los programas de entrevistas de varietés más destacados de la parrilla. Sin embargo recomiendo la lectura de este libro como un gratificante ejercicio de evasión que, sin embargo, puede incluso dejar un ligero poso moral (demasiado evidente en algunos momentos puesto que recurre a la figura de uno de los hitos del pecado en estado puro junto a nuestro Don Juan) que compensa los euros pagados por su adquisición (a mi me lo regalaron). Buena lectura para tomar el sol en el porche de la casa de turismo rural, en la tumbona de la playa o en el sofá al lado de la chimenea (no es preciso que sea durante unas vacaciones de verano ni siquiera durante un puente otoñal).

Lecturas de verano (Tomo II)


Los siguientes libros en que me centré este verano fueron dos de una misma
autora, a la cual descubrí por accidente. Me había llamado la atención el título de una novela y probé. Me gustó de tal forma que en la siguiente ocasión en que pasé por una librería me compré los tres ejemplares que quedaban de otras tantas obras suyas. Una de ellas cayó allá por el mes de marzo, pero las dos restantes tuvieron que esperar a que llegara el verano.

  • El sabotaje amoroso (Amelie Nothomb) fue la tercera lectura que hice de esta autora belga y supuso una decepción frente a la maravillosa impresión que dejaron en mi sus novelas "Biografía del hambre" y "Metafísica de los tubos". Si bien las tres obras mantienen una linea temática común, como es el carácter presuntamente autobiográfico, tanto el enfoque como la técnica narrativa son lo suficientemente distintos como para semejar obras, como poco, de etapas vitales radicalmente dispares si no ya de autores diferentes. La niña absolutamente divina (en sus prerrogativas como dios todopoderoso y omnisciente) de su "Metafísica..." se ha transformado en la sumisa víctima propiciatoria de su amor incondicional e irracional por una "lolita" apenas consciente de esta condición. Incluso el escenario en que transcurre la acción cambia radicalmente. Se sustituye la admiración por los paisajes y la forma de vida japonesa por el desprecio más absoluto hacia el "guetto" donde es recluída en China su familia y el sucio, vulgar y mediocre ambiente que domina ese mismo país. Si bien es cierto que hay un lapso de publicación entre la primera y la segunda obra de 11 años (frente a sólo 4 entre la segunda y la tercera) en medio de los cuales publicó un montón de obras (hasta 16 según acabo de comprobar), la diferencia es tal que -repito- me decepcionó profundamente el viraje radical en su rumbo literario. El problema que le encuentro a esta obra es que ni resulta tan fantásticamente increíble como otras ni consigue enganchar con esa fibra del corazón que hace que el lector pueda llegar a identificarse con el/la protagonista. A lo mejor es problema de quien esto suscribe. No puedo decir que no sea así. Admito sugerencias y opiniones al respecto. ¡Faltaría más!

  • Estupor y temblores (Amelie Nothomb) dista, por su parte, 6 años de "El sabotaje amoroso", sólo 2 años de "Metafísica de los tubos" y 5 de "Anatomía del hambre" y en ella se nota ese estilo irónico, ágil y tan personal que me conquistó en las obras que me llevaron a enamorarme secretamente de esta autora absolutamente delirante. No soy ni pretendo ser un experto en literatura, pero su estilo me pareció muy fresco y personal, con un universo creativo entre satírico y mordaz absolutamente único al que no sabría muy bien con quién encontrarle parentesco. Como mucho podría buscarle ciertas concomitancias con autores del llamado teatro del absurdo y, probablemente (aunque no he pasado de la poesía) con autores japoneses (algo perfectamente plausible dada su admiración, aunque en esta obra en particular pudiera parecer lo contrario, por la cultura nipona). Ella misma, personaje principal de la novela, sufre no sólo los efectos de la despectiva opinión que los mediocres occidentales despertamos en la cultura nipona, sino también los propios de sus reconocidas limitaciones matemáticas en una gran multinacional donde , en vez de escalar posiciones, desciende a los abismos "sanitarios". En definitiva, y sin ser una literatura de gran peso específico, resulta un autora atrayente de la que recomendaría al menos tres de las cuatro que he leído. Sobra decir cuales.

Fotografías obtenidas del foro "Le voyage nothombien" y del album de fotobucket de ari_the_ant

Lecturas de verano (Tomo I)


Como ya comenté en mi última entrada, tengo temas para dar y tomar entre manos, pero la falta de tiempo y los diversos problemas informáticos (hay que ver qué cantidad de averías sufren las lineas de cable en Galicia últimamente) han hecho que me retrase.

Además, la primera de las entradas previstas fue creciendo y creciendo sin medida, así que al final la voy a fraccionar en cuatro o cinco, que publicaré en breve. Hoy, la primera dosis de literatura (y cine). ¡Ahí va!

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Entre otras cosas el verano se caracteriza por animarnos a leer cosas más fáciles de digerir de lo acostumbrado. Como además solemos disponer de más tiem
po para dedicar a nuestras diversas aficiones, se produce (al menos en lo que a la lectura se refiere) una repentina avalancha de libros que pasan por nuestras manos como si de granos de arena se tratara. Estos tres son los primeros que devoré.


  1. Del Norte a Jerusalem.
  2. El caballero templario.
  3. Regreso al Norte
A lo largo de tres largas novelas se nos traslada desde Suecia al eterno conflicto de Oriente Medio pero en pleno siglo XII. Su protagonista, Arn Magnusson, es víctima de un accidente casero en su más tierna infancia. Como sobrevive milagrosamente, previo ofrecimiento de su alma a Dios por parte de sus padres, su destino sufre un giro radical: es enviado al cisterciense convento de Varnhem, donde es instruído por un ya retirado caballero templario.

No haré un resumen del argumento porque eso puede hacerlo cualquiera con dos dedos de frente. Lo que quisiera comentar sobre esta trilogía es que está históricamente mucho mejor que otras obras ambientadas en el mismo contexto (de hecho más de uno en la red no ha podido resistir la comparación); que aporta una visión muy interesante del conflicto político y religioso entre cristianos, hebreos y musulmanes; que su autor ha realizado un sólido estudio de la ciencia militar y política de la época y que permite extraer lecturas y conclusiones que van más allá de la simple novela de ficción histórica que se supone que es.

Desde mi humilde punto de vista es todo un descubrimiento (aunque no haya sido editado recientemente, claro). Quien no quiera leer los libros siempre puede ver la película (aunque yo nunca haría lo segundo sin haber hecho antes lo primero) y quedarse a medias... y eso que es de nacionalidad y estética sueca.

Como no la he visto, pero sí diversos comentarios sobre la misma, de lo leído deduzco al menos un par de cosas:
  1. Si ya es normalmente difícil trasladar de un modo medianamente fidedigno una obra literaria al celuloide, hacerlo con una trilogía tan voluminosa como ésta resulta absolutamente imposible.
  2. A pesar de esta limitación el resultado, cinematográficamente hablando, semeja no defraudar, salvo que no soportes el cine de tradición nórdica donde una mirada o un gesto resultan mucho más expresivos que páginas y páginas de texto.
  3. Cine europeo pensado para europeos que prefieren un buen guión a grandes efectos especiales (y aún así la película marcó un record presupuestario en el cine sueco).


Trailer de la película "Arn, el caballero templario"

Dos enfoques para un mismo objetivo



Soy consciente de que llevo una temporada actualizando muy poco, pero no es por falta de ideas, sino de ocasión para ponerme a plasmar en el ordenador toda esa efervescencia mental que me quema por dentro. De hecho tenía una entrada en mente sobre los libros que he estado leyendo este verano, otra sobre el maratón fotográfico en el que he participado, otra sobre mis próximos objetivos atléticos, otra sobre la importancia de ciertos detalles de la vida política y social de este país… en fin, será por temas. Algún día caerán… o no.


Una de las peculiaridades de este rinconcito de mi vida es que, a pesar de que algunas de mis mayores pasiones son materia de incontables blogs por el mundo adelante, no es esa la visión que yo tengo de lo que es esta bitácora. De hecho, y si mal no recuerdo, pocas o ninguna vez ha hecho crítica literaria, cinematográfica o musical. De lo que sí estoy seguro es que, si la he hecho, ha sido colateralmente a otro enfoque principal y nunca como eje central del post.


Pues bien, esta vez voy a romper en cierta medida esa tendencia ya que voy a hablar en paralelo de dos películas que visioné ayer mismo de forma totalmente inesperada. De hecho de una de ellas no tenía ni la menor idea de su existencia hasta ayer mismo. La primera me la ofreció en préstamo una compañera de trabajo a la que se la acababan de devolver (aún hay más gente que yo que tiene la fea costumbre de comprar películas originales, por lo que veo). La segunda la había reservado mi mujer en el videoclub después de que una de sus hermanas se la recomendara, y yo no sabía nada hasta que la trajo a casa.

Fotograma de la primera de las películas (de Screenrush.co.uk)

De partida cualquiera diría que ambas películas tienen en común lo mismo que un huevo y una castaña, y de ahí lo extraño de la asociación de ideas que el bochorno nocturno unido a mi insomnio cuasi crónico provocó en mi cerebro a eso de las dos de la madrugada. Ahora pagaréis vosotros las consecuencias. ¡Qué se le va a hacer!


Si una es una comedia ligera americana la otra una pausada tragedia romántica argentina. Si una cuenta con un reparto angloamericano la otra recurre a algunos de los mejores actores del cono sur. Si una brilla por sus situaciones cómicas y sus gags la otra brilla por su fina ironía. Si en una el espectáculo se devora con patatas a las historias que nos narra en la otra las historias que cuenta son el caldo de cultivo de una forma cuidadamente fotografiada e iluminada.


No obstante ambas películas tienen una identidad ideológica que me dejó absolutamente sorprendido. Las historias, sin ser parecidas siquiera, cuentan con algunos elementos comunes: en ambos filmes una muerte violenta es el origen de la narración, en ambas hay un personaje que define claramente la entrega total a la vida como objetivo absoluto.

Imagen de la segunda película (de El Espectador.com)

La proclama que lleva al cantante de éxito a las manos de un asesino en serie y al alcohólico funcionario de juzgado a manos de una banda de matones a sueldo es la misma que define el comportamiento de la práctica totalidad de los personajes de ambas narraciones: una vida vivida en la mediocridad es una vida vacía y lo que realmente merece la pena es arriesgarse a caer en nuestras pasiones, sean estas las que sean, ya que son las que definen nuestra esencia como individuos.


Se puede estar de acuerdo o no con ese enfoque vital, pero no es eso lo que pretendo con esta entrada en el blog, ni es ese un debate que pueda tener una resolución fácil. Me llega con constatar como, partiendo de presupuestos artísticos, estéticos y culturales radicalmente distintos, se puede llegar a reflejar exactamente lo mismo.


Dicho esto cabría hacerse la pregunta sobre cuál de las dos recomiendo. Sinceramente, la respuesta es indiferente ya que el resultado final (vivir la vida sin imponerse restricciones a uno mismo) es idéntico aunque las sensaciones que dejan en el cuerpo son radicalmente distintas. Si en una la protagonista principal cumple su sueño de cantar en público ante 10 millones de espectadores en la otra el protagonista indiscutible por fin se decide a asumir esa historia de amor que ha reprimido durante años. La catarsis final en una es espectáculo puro en la otra es intimidad absoluta, pero en ambos casos la vida triunfa sobre la muerte y la autonomía personal sobre las convenciones sociales.


Una recomendación final: no veáis las dos películas el mismo día, como hice yo:




Ya me contaréis.