Una de las novedades que aporta el carnaval en los últimos años -ignoro exactamente cuántos, pero al menos 5 ó 6- es la creciente participación de gentes de otros países, de otras culturas, con otros rituales y estética alejada de la nuestra.
Si bien la tónica general de los carnavales en Vigo era de una sencillez rayana en lo vulgar - por no decir en lo cutre- de los disfraces de las comparsas, roto casi exclusivamente con algún grupo de inspiración canaria,
en la actualidad hay una clara tendencia a buscar alternativas llamativas -en los grupos locales-
y decididamente indígenas en los grupos de inmigrantes.
Estamos en un mundo globalizado donde la mezcla de culturas -querámoslo o no es así- no es ajena a nuestro día a día, donde en no muchos años -un par de generaciones a lo sumo- será difícil saber de dónde es cada uno, quién es lugareño puro y quién mezcla de diversas nacionalidades.
La aldea global es un camino sin marcha atrás, el ciudadano del mundo está aquí y ahora entre nosotros, así que lo mejor será acoger con naturalidad lo bueno de todas las culturas -que lo hay- y evitar que se nos pegue lo malo -que también lo hay en todas-.
Que el carnaval sea una muestra de ese futuro que viene ahí hace que lo vayamos asimilando. Algunas comparsas que hace un par de años mostraban claramente sus raíces ahora podrían ser perfectamente una más de las tradicionales comparsas viguesas.
Hay un intecambio de culturas que puede y debe darse de forma natural. Que la fiesta sirva de toma de contacto es un gran detalle.